DEL QUE PAÍS QUE NO SON


No logro un camino
por el que se pueda mirar a este país sin sentir dolor.
La gente es buena
esa bondad se aprecia en el bullicio que sale de la calle
en una carreta con tomates, papayas
y un trapo mugriento cansado de tanto polvo.
Se asoma en el vecino que da la mano,
en el que detiene su tránsito por el viejo del bastón,
el mismo viejo que antes te dijo mirándote a los ojos:
buenos días niña.
Y quisiera que toda esa gente fuera este país
pero no lo es.
El país del que hablo dejó olvidado el puente,
el acueducto, la carretera.
Abandonó las promesas de reforestar
y cuidar las laderas.
Despreció las ideas de los científicos
y comenzó a vender la selva.
El país del que hablo
usa palabras rebuscadas en medio de un huracán,
agradece a una estatua vacía que quedó en pie
en medio de un pueblo destruido con gente
que parece que no pertenece al mismo país.
Otro país distinto de gente pobre
que cree con esperanza que esas palabras podrían ser ciertas,
pero en el fondo sabe
que lo que tendrán del país que no son
seguirá siendo abandono.

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