“EL QUE TENGA TIENDA, QUE LA ATIENDA”

Hace
algunos años voy a una de esas tiendecitas de barrio, también llamadas salsamentarias, con cierta regularidad, no
a comprar la leche, ni arepas, vamos a sentarnos por la tarde a tomar
cerveza y a conversar con algunos amigos. Es costumbre bien arraigada utilizar
las tiendas como bares, porque son entretenidas y baratas; son el sitio de
reunión de los pensionados, desempleados y hasta de los borrachos del sector.
Así
que por las tardes tipo 4, nos vemos en “No entiendo” a tomarnos unas
cervecitas, darle una ojeada al periódico y hablar de todo un poco con los
amigos o con los visitantes más asiduos que nosotros, que son los señores y
señoras que viven cerca. La tienda se mueve, constantemente llegan niños, los
mandaderos de toda la vida a comprar lo que falta para el almuerzo, la comida,
para la visita que llegó de improviso, etc. Eso y lo que deja el servicio de
bar que presta, diría uno que un lugar de estos deja buen billete.
Y sí,
esta es una tienda pequeña, que vende sólo la básico y deja neto casi dos
millones de pesos al mes, un poco más un poco menos dependiendo de la época y
aunque no es mucho, con esto puede vivir una familia y han vivido y se han
levantado muchos de los profesionales de este país.
Entonces,
¿por qué Norberto está vendiendo el negocio? Lleva más de treinta años con la tienda y sí, levantó a toda su familia y hasta compró una casa en Itagüí un municipio vecino
de Envigado, pero ya no le da la vida, ni la energía para el voltaje que
requiere manejar una tienda. Hasta hace un tiempo vivía cerca, pero le tocaba
pagar arriendo, entonces la esposa se encargaba de las mañanas y parte de la
tarde, se repartían entre los dos la larga jornada, pero al comprar la casa,
decidieron irse a vivir allá y la esposa ya no puede ayudarle a Norberto, por lo que a él le toca quedarse todo el día en la tienda,
desde las 7:00 am hasta las 11:00 de la noche. Muy pesado para alguien que ya se
está poniendo mayor. Y aunque hay familias más numerosas que se pueden repartir
el trabajo para que la jornada no sea tan larga, en la mayoría de los casos, la
tienda es manejada por una o dos personas.
Y
me cuentan los que van desde temprano, que se lo ve cabeceando a medio día,
dormitando en las sillas del local, cansado a veces de no hacer mucho, porque
aunque esta tienda se mueve, en ocasiones no pasa nada y una tienda no se puede
cerrar nunca, porque como dice el dicho “el que tenga tienda que la atienda” y
los requerimientos de los vecinos pueden ser en cualquier momento y la tienda
debe tener las puertas abiertas para satisfacer sus necesidades.
Así
que me quedé pensando acerca del oficio de tendero, tan poco valorado y
reconocido y tan cercano al día a día de
todos los que aún vivimos en barrio. Un trabajo que permite unir a los vecinos,
que favorece al encuentro de la comunidad, hacer amigos; que es tan duro, que
requiere tanto sacrificio, tanto tiempo invertido.
Por
eso hoy, quise reconocerles su maravillosa labor a todos los tenderos, por
tenernos las arepas siempre frescas, desvararnos del bombillo que se quemó, del
mecato para la parrandita que se armó de improviso en la casa, por el fiao,
porque escuchan las penas de todos los vecinos, porque informan de las penas de
los vecinos a los demás vecinos. Porque tienen tiendas que atienden para los que salimos a tomarnos
alguna cervecita tardera.
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