Un papá de 83, que se volvió mamá.

Hace un poco más de tres meses se murió mi mamá. Fue de esas muertes para la que nadie estaba preparado. Incluso sabiendo que llevaba muchos años viviendo con EPOC. Su forma de ser, de vivir, de llevar la vida, nos hizo creer a todos que iba a ser inmortal. Por lo tanto fue un golpe duro, muy duro. Y ha sido un camino árduo aprender a vivir sin ella, especialmente para mi papá. Y es que 52 años de convivencia con una persona, no son cualquier cosa. Vivieron más el uno con el otro, que de solteros. 

Poco tiempo después de la muerte, mucha gente se acercaba y nos decía qué teníamos que hacer, que era lo mejor para el uno, para el otro. La verdad fue agobiante para todos, la idea era irnos a vivir con mi papá para acompañarlo, porque un hombre tan mayor, casi 83, no iba a ser capaz con el peso de la ausencia, con la soledad, con la casa, con la comida. Pero la relación con mi papá siempre estuvo mediada por mi mamá y nunca fue la mejor. 

Parafraseando lo que alguien me dijo por esos días: "yo solo concí a mi papá, después de la muerte de mi mamá" he estado pensando mucho. Al morirse mi mamá, parte de la casa se empezó a dañar, fue algo muy extraño. Se sopló la baldosa de la sala, se dañó parte de la pintura, se cayeron unas molduras de yeso del techo y entonces no hubo más de otra que comenzar a pensar en los arreglos y que era una tontería irnos para la casa, cuando todo iba a estar guardado. Así que mi papá quedó encargado de todo. 

Y como dice el dicho, "no hay mal que por bien no venga" el daño de la casa, a pesar de la plata gastada, fue lo mejor que pudo pasar... un mes entero en el que mi papá estuvo ocupado, comprando materiales, peleando con los trabajadores, preocupado por qué baldosa era la mejor, etc. Y aunque la tisteza seguía, la mente y el cuerpo estuvieron ocupados. Y decidió quedarse viviendo solo hasta que fuera capaz.

No obstante, el camino de mis reflexiones van por otro lado. El primer mes, después de la muerte, fue muy dificil, mi papá bajó mucho de peso, estuvo muy irritable, todo lo comparaba con la manera en como lo hacía mi mamá, se enojaba... mis dos hermanas mayores que viven por fuera del país ya se habían ido. Y Cata mi hermana menor y yo estábamos muy preocupadas con la actitud de mi papá. Pero como les conté antes, el desbarajuste de la casa sirvió para que todo se apasiguara. Y mi papá comenzara a caminar por un terreno desconocido para todos. Se volvió mamá.   

Con 83 años y por primera vez en nuestras vidas, mi papá se comenzó a preocupar por nosotras, con esa preocupación maternal, que los hombres de su educación y tiempo, nunca aprendieron. En mis 39 años de vida y en los 12 años que llevo viviendo por fuera, no recuerdo el día en el que mi papá haya tomado la iniciativa de felicitarme por el cumpleaños y esta vez se acordó y me llamó y para mí fue el mejor regalo que he recibido. Y eso ha pasado con otras muchas situaciones. Ahora se preocupa porque mi hermana esté bien y tenga lo necesario para su bebé. Antes, era mi mamá la que le decía que le comprara cosas y él lo hacía casi que obligado. Ahora, me citó para que justos fuéramos a comprarle pañales y las cositas que pueda necesitar su nieto. Increíble, lo que hace el amor, y la posibilidad tan grande que tenemos los humanos de cambiar comportamientos y de adaptarnos a las situaciones difíciles. 

Yo no sé si será mi mamá desde el cielo, o si es como dijo la persona aquella, la muerte de mi mamá, permitió que viéramos a un papá distinto, que nuestra relación fuera distinta y que supliera la falta que tenemos tan grande, volviéndose un papá - mamá de 83 años. 



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