Caerse y levantarse


Hoy hace 20 años me cambió la vida. Tenía yo 19 y el ímpetu y la juventud me salían a borbotones por la piel. Es extraño que a uno le cambie la vida cuando a penas le está comenzando.

Salimos de Sabaneta a eso de las 10 de la noche, veníamos tranquilos como casi siempre, seguiríamos nuestra rutina. Yo madrugar a estudiar en la U y él, a estudiar y a  trabajar en la emisora. Un par de jóvenes enamorados con vidas simples. Nunca manejaba su moto a alta velocidad, pero ese día el cielo anunciaba un gran aguacero y por eso aceleró. A los pocos metros, un taxi se nos atravesó en la vía y en la vida.

Tuve fractura abierta de tibia, el hueso expuesto fue la impresión de todos los espectadores del accidente. Paradójicamente otro taxi nos recogió y nos llevó al hospital de Sabaneta. Sin mucho que hacer por mí, me trasladaron en ambulancia hacia la Clínica León XIII.

Viernes 4 de octubre de 1996. Yo solo tengo memoria después del domingo. Con una herida tan grande y tan grave, que ponía toda la pierna en peligro y un dolor tan intenso que el mismo cuerpo bloqueó cualquier recuerdo al respecto. Todo esto es una reconstrucción de historias de esa noche, de esos días.

Al fin mi cuerpo bien alimentado respondió, y no tuvieron que amputar. 9 días de hospitalización, 1 mes en silla de ruedas, más de 6 cirugías, medio año en muletas, luego otro tanto con bastón, mucha fisioterapia, una rodilla que no deja de doler y una cicatriz enorme que me recuerda cada día que me salvé.

Muchos años pasaron hasta que fui capaz de ponerme una falda sin medias que me cubrieran. Cualquier día decidí que yo también era una sobreviviente, no de una mina, no de la guerra. Una sobreviviente de la vida, de la calle y que no me iba a tapar más. Desnudé mi más grande miedo. Luego, hasta empecé a burlarme de él.

Los años han pasado y tengo una colección grande de cicatrices. Siempre digo que podría contar con ellas toda mi vida. Pero la que llevo en mi pie, marcó también mi alma. A ella están aunadas muchas personas que recuerdo. Mi mamá que siempre me cuidó con todo su amor y sin reproches, el novio de esa época que guardó por mucho tiempo una gran culpa, pero se repuso a mi lado; mi sobrina mayor que nació al mes del accidente y también fue una sobreviviente. Algunos compañeros de la U que me esperaban a la entrada para hacerse cargo de mí, los amigos que me visitaban y me hacían reír.

Hace 20 años me caí y me levanté. Salud por eso!

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