COSER, RECORDAR




Tejo desde que recuerdo. Me enseñó mi abuela la mamá de mi mamá y mi tía Dilvia se encargó de ir puliendo con paciencia los proyectos en los que me metía. Pequeñita le hice a mi mamá miles de carpetas para que pusiera sus adornos y floreros, de esas, conservo una que encontré guardada luego de su muerte. En la universidad tejí boinas y mochilas, Dilvia siempre me enseñaba a sumar y mermar puntos para darles forma, se reía de mí porque siempre he sido desobediente y a veces me pasaba de lista y terminaba haciendo unas cosas horribles. Volví a ella muchas veces, con mís lanas en la mano, pidiéndole consejos o sugerencias y a ella le gustaba ayudarme. Llevo meses tejiendo una colcha, ella me iba a enseñar a pegar los cuadritos, se reía mucho porque veía mis desastrosos avances, yo se los ponía en la cama y le tomaba fotos para que ella viera lo que llevaba y aunque para mí eran muchos, la verdad es que necesito una eternidad para terminar. Mi tía murió la semana pasada y no pude ir a recibir sus clases porque estuvo enferma y me dio miedo enfermarla más, aunque sé que estuvo esperando para enseñarme. Ahora con mayor razón quiero terminar este proyecto, cada vez que tomo la aguja y comienzo a tejer pienso en ella y en su vida. También pienso en mi mamá que se alegraba con estas cosas que se me ocurrían.

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