TE AMO

Hoy he estado pensando en este par de palabras, que son absolutamente hermosas.
Y que están siendo desgastadas. Cuando se dicen con el corazón, suenan como debería sonar la voz de los ángeles. Sin embargo, la mayoría de las veces están vacías, se han vuelto costumbre y de todo, eso es lo que me entristece, perder la oportunidad de decirlas de verdad. Y en vez de eso, se tiran como se tira una pelota o un insulto.
Cuando se dice te amo, se ha de estar dispuesto a dar el alma, el tiempo, la mente. Deberíamos entender que el amor es bueno, pero que otras veces duele. Que amar, es dejarnos muchas veces de lado, pero no olvidarse de uno. Así como hacen las madres, esas que saben del amor puro. Y aunque amar a la familia la mayoría de las veces es fácil, pues es simplemente familia y siempre va a estar allí. Amar a un desconocido no es fácil, no hay nada que ate, como los lazos familiares. Son desconocidos que por azar coincidieron y unieron sus vidas.
Es ese amor entre desconocidos el que es difícil de mantener, el que no está soportado en nada, sólo en el compromiso, en la fe y en las dos palabras de las que hablo.
Desde pequeños nos deberían educar para amar, nos deberían preparar para decir te amo, cuando de verdad se debe decir, así como nos educan para tener relaciones sexuales, pero no. Ahora amamos a cualquiera, casi sin conocerlo y casi después de decir te amo, ya estamos desamando. Lo Light se pasó también al amor, y para aquellos que tenemos ese toque romanticón tan pasado de moda, es realmente doloroso.
Se debe decir te amo, cuando se sabe que el otro es, a pesar de todo lo que no nos gusta.
Se debe decir te amo, cuando sabes con seguridad y no dándolo por sentado, que el otro también te ama.
Pero así, como no lo debemos decir por que sí, lo debemos decir. Lo debemos decir cuando estamos atragantados, porque es realmente triste ahogarse de amor. Y es de esas cosas de las que vale la pena arrepentirse. Digamos te amo cuando el corazón nos duela, cuando los ojos del otro nos miren distinto, cuando el sabor de su boca nos encante, cuando nos haga reír su caminar, cuando lo pensemos a futuro. Valoremos estas dos palabras, sufrámoslas, no las ignoremos, no las malgastemos, no las volvamos cotidianas, llorémoslas, hagamos que nos duelan y nos alegren.

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